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domingo, 12 de octubre de 2014

Leyendas de Ecatepec

La sangre de Morelos, una leyenda que se cuenta de la muerte del Generalísimo en Día de Muertos



Diario de Ecatepec, Méx. Nov 1.- Y el Lago de Texcoco se tiñó de rojo en un instante, con el charco de sangre del Generalísimo José María Morelos y Pavón. El pelotón de militares lo había fusilado la madrugada del 22 de diciembre de 1815 y trasladado su cuerpo en una carreta a la iglesia de San Cristóbal ante el temor de una revuelta.

Tras la muerte, el lago comenzó a generar oleadas, las aguas crecieron y llegaron hasta el charco de sangre. En segundos, el agua se tiñó de rojo, en un instante dejó de ser el Lago de Texcoco y se convirtió en la Sangre del Generalísimo, cuyo color tiñó ropas, armas y herramientas del pueblo, cuenta Eleazar René Valdés Sánchez, cronista de Santa Clara Coatitla.

Cada año, los oriundos de Ecatepec, recuerdan en Día de Muertos, las leyendas que se cuentan sobre la muerte del caudillo insurgente… Que su cuerpo estaba en la iglesia de San Cristóbal, postrado en una carreta, su sangre fue recogida junto con la tierra y depositada en una caja de madera que fue sepultada junto al cuerpo de Morelos. Tiempo después el cuerpo fue trasladado a otro sitio, pero la caja con su sangre permanece en esta tierra.

Los pobladores de San Pedro Xalostoc, Santa Clara Coatitla y Santa María Tulpetlac sólo encontraron la sangre. Se había consumado el fusilamiento del Generalísimo Morelos y no pudieron evitarlo a pesar de que dos días antes se enteraron de lo que ocurriría, “que fusilarían al Generalísimo Morelos en Ecatepec, en la Casa de las Bombas”.

Se habían congregado en la plaza de Santa María Tulpetlac y el rumor llegó también al resto de los pueblos y distribuyeron panfletos clandestinos de los Sentimientos de la Nación y se organizaron, relata el cronista de Santa Clara.

De la multitud se escapó un grito que recorrió la plaza: “rescatemos al Generalísimo Morelos, no dejemos que lo maten”. Los congregados abandonaron el sitio, cada cual a su casa y se armaron con palas, picos, piedras, palos y resorteras… Se preparaba el rescate…

Eleazar Valdés recuerda que Ecatepec tenía dos accesos, el Camino Real que une a los pueblos de San Pedro Xalostoc, Santa Clara Coatitla y Santa María Tulpetlac, a un costado de lo que hoy es la autopista México-Pachuca, y el Camino de Secas que se formaba al recorrerse el Lago de Texcoco por las estaciones del año porque el agua llegaba hasta la iglesia de Tulpetlac y que hoy es Vía Morelos.

Crecía la euforia. El 21 de diciembre sería el rescate, un pelotón de 30 militares lo escoltaría por el Camino Real hasta la Casa de las Bombas y sería fusilado, desde esa noche los pueblos estuvieron en alerta, prepararon café con canela para hombres, jóvenes y niños que estuvieron en las azoteas listos para atacar al contingente militar y salvar al Generalísimo. Pero llegó el alba y no pasó el pelotón. El cansancio los venció y el pelotón fusiló a Morelos.

Lo que se platica aquí…es que la gente que nace en este suelo, o bien que llega a vivir aquí, no ocurre por casualidad, es atraída por una fuerza extraña, que hay algo en la tierra, y sí, si sabemos que es lo que los atrae: la sangre del Generalísimo Morelos.

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